Fuente: http://www.elpais.com.co/economia/disfraces-para-la-intimidad-alternativa-para-romper-la-monotonia.html

Que lucir un disfraz no sea solo una actividad lúdica para el próximo 31 de octubre en clubes sociales, discotecas y fiestas de amigos. No. Que sea también una alternativa para romper la rutina en sus relaciones sexuales, y así, cualquier día del año, esta vestimenta  por supuesto, cargada de mucho erotismo- pueda ser una gran aliada para vivir intensamente su propio Halloween en la intimidad. ¿La recompensa?… dulces y fogosos besos y un nivel de satisfacción tal, que tanto usted como su pareja querrán replay.

¿Qué tal ella lucir cual Gatita Salvaje o Gatita Traviesa? ¿O como una Colegiala Rebelde? ¿O como una Enfermera Descarada? ¿O él exhibirse como un Bombero Apagafuegos o un varonil Policía de Miami? No se preocupe, en el mercado caleño hay mucho para escoger a muy buenos precios.

Todos, comenta la sicóloga y terapeuta de pareja Martha Elena Osorio, tenemos fantasías que jamás nos hemos atrevido a expresar y disfrazarse es una manera lúdica de poderlas realizar.

Supongamos que usted siempre haya deseado tener un esclavo sexual a sus pies, pero jamás se ha atrevido a manifestarlo a su cónyuge. Si llevan a cabo la fantasía, le ponen un ingrediente de picardía a su relación de pareja.Lo más importante con este juego de cambio de roles (Caperucita y el lobo feroz o asumir ser los protagonistas de telenovelas de moda) es que se combate la monotonía, causante de una gran tasa de divorcios, de disfunciones de pareja o conyugales, por eso, comenta Jesús Arnaldo Reyes Martínez, doctor en medicina familiar con especialización en sexualidad, esta actividad puede ser muy beneficiosa para la relación.

Basado en estudios, el doctor Reyes Martínez revela que el 18 % de las parejas colombianas se disfraza en cualquier momento de la vida para cumplirle la fantasía sexual a su cónyuge, a diferencia de lo que sucede en los países nórdicos o en EE.UU., donde el porcentaje asciende a un 70 %. En Colombia esta no es una práctica común, de pronto por la cultura que tenemos los latinoamericanos, falocéntrica, machista, en la que si uno le pregunta a un hombre de 30 años si se disfrazaría para su pareja, probablemente va a ser reacio con la idea. Una práctica más de mujeres coinciden los expertos que disfrazarse para los encuentros sexuales es una actividad que practican más las mujeres. Y argumentan varias razones. La sicóloga Chiquinquirá Blandón, terapeuta de pareja, explica, por ejemplo, que los hombres tienen una hormona llamada testosterona, por lo que a ellos les gusta el cambio, la novedad y hay otra, la dopamina, que los induce a estar concentrado en una misma cosa. Entonces, agrega, uniendo esas dos sustancias del amor es recomendable que para que no haya un tercero, que es a lo que invitaría la testosterona a los hombres por aquello de la innovación, las parejas jueguen a disfrazarse, que la mujer se exhiba de manera distinta para que él pueda ver ese cambio, esa novedad en la misma persona, que es ella, su propio cónyuge. A nivel sexual, continúa Blandón, es conveniente mantener un alto nivel de testosterona, entonces las parejas que siempre hacen lo mismo, que caen en la rutina, que no hacen nada diferente van haciendo que la pasión vaya bajando. De ahí que en el deseo de mantener una buena relación, ayudas como disfrazarse con trajes eróticos se pueden tener y resultar safisfactorias para mantener la pasión activa.

Además, normalmente el hombre es mucho más visual, argumenta el sicólogo y máster en ciencias de la familia y de la sexualidad Laurent Marchal, por eso le pide a la mujer que se disfrace de cierta manera para él cumplir su fantasía. La mujer en cambio, es más de un contexto romántico, no de pedirle tanto a su pareja que se disfrace. Aunque no falta la que le solicita a su pareja que asuma un rol diferente y este incluye que también luzca un disfraz. Consenso o sorpresa Cuando se quiere innovar, la persona interesada lo puede hacer de manera sorpresiva o consensuada con su pareja, de cualquiera de las dos formas es válido, sostiene el doctor Reyes Martínez, pero advierte, si lo va a sorprender debe conocer muy bien al cónyuge, sus gustos, su personalidad, para que no haya lugar a sorpresas chocantes, ya que “la fantasía puede llegar a provocar una reacción negativa y en vez de producir placer a la pareja, le puede generar vergüenza, culpa, angustia o la lleva a sentirse limitada. Así le pasó a una de las parejas que atiende el doctor en su consulta. El hombre, de unos 32 años, le pidió a su pareja, una joven como de 21, que se disfrazara de monja, pero en el momento en que iban a empezar a tener la relación sexual, ella se bloqueó, pues venía de un colegio de monjas, esa parte religiosa, esa asociación entre su relación sexual y todos los valores morales que le habían inculcado desde su infancia la inhibió, él quedó supremamente excitado y ella bloqueada por el tipo de disfraz en el que él quería verla. Otra situación nada agradable la vivió un paciente de Blandón. El hombre tuvo una disfunción eréctil porque la novia le cayó de sorpresa, disfrazada de cabaretera. A él, dice la sicóloga, eso le pareció impactante y tuvo una reacción negativa porque la vio como si fuera una mujer de la calle e inmediatamente, ¡plum¡ le bajó el deseo.

Por eso, si no se conoce de manera tan profunda a la pareja, lo mejor es un diálogo abierto, proponer las cosas y hablarlas, no imponiéndolas, advierte Laurent Marchal, porque se puede atacar la integridad de la otra persona si ella no está de acuerdo con determinada postura. Cuando la pareja siente que ha caído en la monotonía en su vida sexual es importante que los dos empiecen a hablar de fantasías que quisieran hacer para poder llegar a cambiar esa rutina en la que han caído, agrega Marchal, y en el momento en que las compartan pueden llegar a cumplirlas y ser satisfactorias.

Cuenta Marchal que desde el punto de vista sicoterapéutico las fantasías se pueden utilizar para mejorar una relación, hilando fino, conociendo los gustos de los dos, porque puede llegar a haber cosas que bloquean a la persona y no permiten llevar la relación sexual a cabo.

Hace dos meses él tuvo en su consulta a un señor de unos 45 años, marido de una muchacha de unos 20. Luego de casi un lustro de convivencia el señor había caído en la monotonía, en cambio ella quería experimentar, mirar otros horizontes. Unas de las cosas que trabajé con ellos fueron las fantasías. Y se acordó que él llegara de improvisto disfrazado un día de militar o como un alto ejecutivo o en un rol de docente, con tiza, pizarra, etc; después de que ellos empezaron a mirar cuáles eran las fantasías que querían experimentar el uno con el otro, la pareja mejoró absolutamente.

Tenga en cuenta otros beneficios: disfrazarse en la intimidad despierta curiosidad, libera tensión porque ayuda a salir de lo monótono, se cumplen deseos de la pareja y esta se siente satisfecha. Puede liberar frustraciones debido a que se cumplen las fantasías; motiva a que en la relación de pareja haya cambios en la actividad sexual; puede llegar a quitar miedos, preocupaciones con respecto a la sexualidad de la pareja, le da a la persona más seguridad en su cónyuge.

Alerta! Si una pareja o miembro de la pareja se disfraza eventualmente se podría considerar un fetichismo fisiológico, de disfraz, pero no es patológico, explica el doctor Jesús Arnaldo Reyes. Si se disfraza de manera ocasional es algo normal, si alguien en cualquier momento de la vida se disfrazó de militar para llegar a tener una relación sexual, cumplir una fantasía, eso no es patológico, no se puede catalogar a esa persona de fetichista. Lo patológico del fetichismo, aclara Reyes, rayaría en que todas las relaciones sexuales de esa pareja o de ese miembro de la pareja tengan que ser basadas en un disfraz.

Objeto y sujeto: Hay personas que se sienten incómodas si su pareja les pide disfrazarse, cumplir una fantasía en especial, argumentando que no son objetos. Pero hay que tener en cuenta que todos somos objeto y sujeto de deseo, recalca la sicóloga Chiquinquirá Blandón, es decir, que estemos de acuerdo con lo que se nos solicita y también nosotras pedir lo que queramos. Quizá a nosotras nos nos interesa que él se disfrace, pero sí que sea querido, amoroso, detallistas. Entonces, le damos el gusto a ellos en esa parte (de lucir un disfraz) y que ellos nos den el gusto en lo que para nosotras es importante, porque ambos miembros de la pareja somos objeto y sujeto de deseo.